Las bodas de invierno siempre me han parecido súper bonitas. Cada vez son más las parejas que deciden casarse en esta época del año y la verdad es que tiene muchísimas ventajas para todos.

En primer lugar, casarse en invierno tiene la gran ventaja de que puedes elegir el día que quieras sin problemas. Durante la temporada fuerte de bodas, es decir de abril a octubre, tienes que decidir la fecha y reservar la mayoría de los proveedores con mucha antelación porque son fechas muy cotizadas por todos.

En invierno, tendremos mucha más facilidad porque no hay tanta demanda. Además, la suerte de casarse en esta época del año, es que muchos de los proveedores tienen ofertas y descuentos especiales por casarse en estas fechas y nos encantan estas ayuditas ?.

Además, no tendremos esa incertidumbre hasta el último momento de ¿qué tiempo hará el día de la boda? y tendremos todo listo ya que contamos con que va a ser malo y puede llover o nevar. Así que lo único alucinante que puede pasar es que salga un sol espléndido que nos acompañe durante todo el día y podamos montar todo en el exterior. ¿Os imagináis?

La decoración de una boda de invierno suele ser especialmente bonita. Los colores de esta época del año, los burdeos, marrones y verdes, colores al fin y al cabo más oscuros, pueden conseguir una decoración muy cálida, aunque no lo creáis. Si tenemos pensado casarnos cerca de fechas navideñas, ¿qué os parece una boda con algunos toques de los colores típicos de la Navidad?

Los vestidos de novia de invierno a mí me vuelven loca, tienen un no sé qué, que yo que sé que me encantan. Más que los vestidos, que los de manga larga siempre me han parecido los más elegantes, los accesorios con los que lo vistamos para no pasar frio, como capas, chaquetas de pelo, boleros de punto y un sinfín de ideas con los que conseguiremos hacer de nuestro vestido, el más especial sin duda.

¿No os dan ganas de casaros en invierno? ¡Porque a mí, SÍ!

Fotografía: Josiah James